LOCALIZACIÓN
El fragmento que vamos a comentar pertenece a la Celestina, obra puente entre el teatro profano medieval y las innovaciones temáticas y formales del Renacimiento.
En cuanto a la autoría de la obra, Fernando de Rojas dijo que compuso la Celestina a partir de un primer acto que halló escrito. Durante muchos años se dudó de la veracidad de este hecho y se creyó que era un subterfugio para evitar complicaciones con la Inquisición. No obstante, la crítica ha corroborado la doble autoría de la obra.
Su autor, Fernando de Rojas, nació en La Puebla de Montalbán hacia 1470, estudió leyes en la Universidad de Salamanca y murió en 1541 en Talavera de la Reina.
La obra se publicó por primera vez en 1499. Unos años antes, en 1492, los Reyes Católicos habían firmado el decreto de expulsión de todos los judíos de los reinos de Castilla y Aragón. Y unos años antes, en 1478, se había creado la Inquisición española. Fernando de Rojas, que pertenecía a una familia de judíos conversos, criticó en la Celestina a la Iglesia y el comportamiento de los cristianos viejos al margen de las normas religiosas.
Respecto al género literario también ha habido diversidad de opiniones. En apariencia, se trata de un texto teatral, ya que adopta la forma de diálogo directo entre los personajes. No obstante, debido a su extensión y a la dificultad de ser representada, ha sido considerada una comedia humanística, cuya finalidad era ser leída (no representada).
Tema y resumen
La Celestina relata la relación amorosa entre Calisto y Melibea, dos jóvenes de buena familia, por mediación de la alcahueta Celestina. En concreto, el fragmento que estamos comentando se corresponde con el segundo encuentro entre Alisa –madre de Melibea– y Celestina en casa de aquella, más concretamente cuando Celestina ya se marcha. Alisa duda de las intenciones de la visita de Celestina y cuando pregunta obtiene dos respuestas diferentes, una de Celestina y otra de Melibea. Alisa cree a su hija y aprovecha para advertirle sobre las malas artes de Celestina, lo que da pie a una reflexión irónica de la criada Lucrecia.
Por consiguiente, el tema del texto son las recomendaciones de Alisa a su hija para que se cuide de Celestina.
Estructura
En cuanto a la estructura, en el texto se pueden apreciar dos partes: la primera es el diálogo entre Alisa y Celestina (hasta «Y contigo vaya»); y la segunda la conversación de Alisa con su hija, en la que Alisa advierte a Melibea de las malas artes de Celes- tina. Lo que aún no sabe Alisa es que ya es tarde para advertir a su hija, ya que en este momento de la obra, Melibea ya ha declarado su amor por Calisto y se ha mostrado dispuesta a un encuentro con él.
Estilo
En el fragmento aparecen cuatro personajes: Celestina, Melibea, Lucrecia y Alisa.
Celestina y Melibea están caracterizadas en el texto de manera psicológica. Celestina miente a Alisa sobre el fin de su visita y con sus prisas por salir de la casa delata su ansiedad por comunicar las buenas noticias a Calisto, del que espera una buena recompensa. Melibea, por su parte, demuestra en este fragmento que ha perdido la inocencia y el recato que la caracterizaban, cualidades que en cambio su madre sigue presuponiendo en ella. Esto se aprecia porque no solo miente a su madre sobre el objeto de la visita de Celestina, sino que le contesta de forma completamente hipócrita cuando la avisa de las intenciones de la alcahueta: «¿De esas es? ¡Nunca más! Bien huelgo, señora, de ser avisada, por saber de quién me tengo de guardar».
En cuanto a Lucrecia y a Alisa, las intervenciones de esta última son muy escasas en la obra, pero en este texto cobra protagonismo porque su ingenuidad le lleva a cometer un error que acabará siendo fatal. Finalmente, Lucrecia, la criada de Melibea, es un personaje secundario que en este texto únicamente tiene el papel de revelar al receptor de la obra el error de Alisa («Tarde acuerda nuestra ama») en un aparte, ya que su intervención no se dirige a quienes comparten la escena con ella, sino que es una forma de que los espectadores conozcan su pensamiento.
Respecto al espacio y tiempo, la localización de la acción se manifiesta de forma implícita en el diálogo de los personajes, ya que los saludos y despedidas indican que Celestina sale de casa de Alisa y Melibea. Por otra parte, el tiempo no aparece marcado, y solo a través del diálogo inicial se puede apreciar la cercanía temporal de la acción respecto a la otra visita de Celestina («¿En qué andas acá, vecina, cada día? - Señora, faltó ayer un poco de hilado»).
En cuanto al análisis del lenguaje, solo podemos comentar el de los diálogos, ya que al ser un texto escrito para ser leído en vez de representado, carece de acotaciones.
El estilo de los diálogos es sencillo y refleja la viveza del habla real, con frases no muy largas y vocabulario accesible y llano. No obstante, las intervenciones de Alisa muestran un cierto cuidado expresivo y un mayor empleo de subordinadas. Además utiliza recursos como la adjetivación («vieja ruin», «gran traidora», «propósitos castos», etc.) y el símil (compara a Celestina con un «sotil ladrón» que «siempre rodea las ricas moradas», y a la «verdadera virtud» con una espada). Melibea, por su parte, emplea un lenguaje muy expresivo, con interrogaciones y exclamaciones que pretenden enfatizar el rechazo que quiere que su madre crea que siente.
Celestina y Melibea están caracterizadas en el texto de manera psicológica. Celestina miente a Alisa sobre el fin de su visita y con sus prisas por salir de la casa delata su ansiedad por comunicar las buenas noticias a Calisto, del que espera una buena recompensa. Melibea, por su parte, demuestra en este fragmento que ha perdido la inocencia y el recato que la caracterizaban, cualidades que en cambio su madre sigue presuponiendo en ella. Esto se aprecia porque no solo miente a su madre sobre el objeto de la visita de Celestina, sino que le contesta de forma completamente hipócrita cuando la avisa de las intenciones de la alcahueta: «¿De esas es? ¡Nunca más! Bien huelgo, señora, de ser avisada, por saber de quién me tengo de guardar».
En cuanto a Lucrecia y a Alisa, las intervenciones de esta última son muy escasas en la obra, pero en este texto cobra protagonismo porque su ingenuidad le lleva a cometer un error que acabará siendo fatal. Finalmente, Lucrecia, la criada de Melibea, es un personaje secundario que en este texto únicamente tiene el papel de revelar al receptor de la obra el error de Alisa («Tarde acuerda nuestra ama») en un aparte, ya que su intervención no se dirige a quienes comparten la escena con ella, sino que es una forma de que los espectadores conozcan su pensamiento.
Respecto al espacio y tiempo, la localización de la acción se manifiesta de forma implícita en el diálogo de los personajes, ya que los saludos y despedidas indican que Celestina sale de casa de Alisa y Melibea. Por otra parte, el tiempo no aparece marcado, y solo a través del diálogo inicial se puede apreciar la cercanía temporal de la acción respecto a la otra visita de Celestina («¿En qué andas acá, vecina, cada día? - Señora, faltó ayer un poco de hilado»).
En cuanto al análisis del lenguaje, solo podemos comentar el de los diálogos, ya que al ser un texto escrito para ser leído en vez de representado, carece de acotaciones.
El estilo de los diálogos es sencillo y refleja la viveza del habla real, con frases no muy largas y vocabulario accesible y llano. No obstante, las intervenciones de Alisa muestran un cierto cuidado expresivo y un mayor empleo de subordinadas. Además utiliza recursos como la adjetivación («vieja ruin», «gran traidora», «propósitos castos», etc.) y el símil (compara a Celestina con un «sotil ladrón» que «siempre rodea las ricas moradas», y a la «verdadera virtud» con una espada). Melibea, por su parte, emplea un lenguaje muy expresivo, con interrogaciones y exclamaciones que pretenden enfatizar el rechazo que quiere que su madre crea que siente.
Conclusión
Este breve fragmento marca una transición en la personalidad de Melibea y supone el inicio de una concatenación de sucesos que conducirá a todos los protagonistas de la obra a un final trágico.